Liberalismo, desigualdad y violencia
¿El liberalismo lleva a la desigualdad y la desigualdad a la violencia? El sistema capitalista es atacado desde tiempos inmemoriales.
Uno de sus grandes críticos, recordarán ustedes, fue Carlos Marx, quien sostuvo que el problema era que la clase capitalista, propietaria de los medios de producción, explotaba a la clase trabajadora, condenándola a la pobreza.
Una de las predicciones de Marx, de hecho, fue que en el sistema capitalista el proletariado atravesaría una situación de creciente miseria.
La predicción no se cumplió.
Hoy el mundo tiene una población casi 7 veces mayor a la que tenía cuando Marx escribió El Manifiesto Comunista, y la pobreza de la población cayó a niveles nunca antes experimentados.
Las críticas a la economía de mercado, sin embargo, no han cesado y hoy el principal argumento ya no es que el liberalismo genera pobreza, sino que hace crecer la desigualdad económica.
En algunos textos y trabajos he tocado el tema de la desigualdad. (Por ejemplo acá, acá, acá, acá, acá, acá y acá)
Allí argumento que mientras las reglas de juego sean claras y los que están abajo puedan moverse hacia arriba, la desigualdad no es un problema sino que -de hecho- es algo deseable.
Nadie podría oponerse a que Jeff Bezos, Bill Gates o Lionel Messi sean increíblemente millonarios y por tanto desiguales en riqueza al resto de nosotros. Es que dado que ofrecen a la sociedad algo que ésta desea, está bien que la sociedad los premie con altos ingresos y riqueza.
En su último video sobre el liberalismo, no obstante, Roxana Kreimer dice que la desigualdad es un problema importante y que todos deberíamos preocuparnos por ella.
Su argumento es que:
“todos deberíamos preocuparnos por la desigualdad porque es lo que más correlaciona en todo el mundo con la pérdida involuntaria de la vida…. ”
¿Es esto así? Esto es lo primero que vamos a preguntarnos.
Ahora si la respuesta fuera afirmativa, ¿corresponde vincular esto con el sistema económico liberal?
Un problema con los estudios citados
Un estudio que muestra datos que pueden respaldar la tesis de Roxana Kreimer es el que ella también cita en su video y se llama “The Spirit Level” de los autores Richard Wilkinson y Kate Pickett.
En su libro los autores relacionan la desigualdad económica con todo tipo de malestares sociales, como la obesidad infantil, el alcoholismo, la adicción a las drogas, y también con la tasa de homicidios. Su conclusión en este tema -como en los otros- es que a mayor desigualdad mayor es la tasa de homicidios. Es decir que las sociedades menos igualitarias son las más violentas.
Se concluye de aquí que si quisiéramos reducir la tasa de violencia, entonces deberíamos emprender políticas redistributivas. Ahora hay que hacer un alto antes de pasar tan rápido a conclusiones de este tipo.
Es que el trabajo de Wilkinson y Pikett ha sido severamente criticado por otros autores y estudiosos del tema.
Por ejemplo, de acuerdo con Christopher Snowdon del Institute of Economic Affairs de Londres, los autores se disponían a analizar a los 50 países más ricos del mundo, pero sólo terminaron mirando 23 de ellos dejando afuera algunos sin buenos motivos.
En el caso específico del asesinato, una revisión de su análisis indica que las conclusiones se sostienen solo porque Estados Unidos es un caso muy extremo (en comparación solo con los otros 22 países de la muestra) de alta desigualdad y alta tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, si se quitara a los Estados Unidos de la muestra, la correlación se cae.
Lo mismo ocurre si se utilizan datos más recientes. De acuerdo con los nuevos cálculos de Snowdown, para los 23 países analizados la correlación (que va de 0 a 1) es de 0,37, mientras que si se agregan otros países la correlación cae a 0,25.
Otro tema a analizar es que entre mediados de los años ‘90 y por casi toda una década, en Estados Unidos se combinó el aumento en la tasa de desigualdad con una caída en la tasa de homicidios, con lo que la idea de que a mayor desigualdad mayor es la violencia también empieza a tambalear.
Liberalismo y crimen
Siguiendo con este tema podríamos preguntarnos qué pasa si, en lugar de tomar solo un puñado de países ricos, miramos a todo el planeta e intentamos ver con qué otros temas correlaciona la violencia.
Según la base de datos de la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas, los países con tasas más altas de homicidios por cada 100.000 habitantes son
El Salvador | 1 |
Jamaica | 2 |
Venezuela | 3 |
Honduras | 4 |
Lesotho | 5 |
Belize | 6 |
Sudáfrica | 7 |
Trinidad y Tobago | 8 |
Brazil | 9 |
Guatemala | 10 |
En estos países, que pueden ser más o menos desiguales, el ingreso per cápita promedio es de USD 11.300 medidos en paridad de poder de compra.
Ahora en los 10 países del planeta con menor tasa de homicidios, en donde entre otros están Japón, Hong Kong y Noruega, el ingreso promedio es de USD 70.000, o sea 6 veces más alto.
¿Tendrá, entonces, algo que ver la pobreza como determinante de la violencia más que la desigualdad?
Por otro lado, ¿cuán liberales son todos estos países?
Si buscamos cuánto puntaje obtienen estos dos grupos de países en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage, vemos que los más violentos tienen, en promedio, un puntaje de 56, mientras que los países menos violentos suman 75 puntos. Es decir que podríamos pensar que a mayor libertad económica menor es la tasa de homicidios.
No hay vínculo entre libertad económica y desigualdad
Como vimos hasta acá, corregidos por outliers y sumando más países a la muestra, no aparece una relación directa entre desigualdad y homicidios. Ahora incluso cuando otros estudios pudieran demostrar que ese es el caso (como el que Kreimer menciona que publicó el Banco Mundial), todavía habría que explicar qué vínculo tiene todo esto con el liberalismo económico.
La pregunta que corresponde entonces es si el capitalismo genera desigualdad, y la respuesta a eso es que no hay evidencia para afirmarlo. O sea, es sumamente probable que países donde hay más libertad económica sean más desiguales que otros donde hay más intervencionismo. ¿Pero qué pasa si tomamos a todos los países, les asignamos un puntaje en función a su libertad económica, y luego comparamos contra el nivel de desigualdad que allí existe?
Esto mismo es lo que hizo el Instituto Fraser de Canadá en su Reporte sobre la Libertad Económica en el mundo del año 2013. En un apartado llamado Libertad Económica y Progreso Humano dividieron a los países en 4 grupos de acuerdo a su nivel de libertad económica. Así, quedaron éstos agrupados entre el grupo de los más libres, el segundo grupo, un grupo número tres, y el cuarto grupo, con los países menos libres del planeta.
Al vincular estos grupos con una medida de la desigualdad, se encuentra que no hay diferencias significativas entre ninguno de ellos. En todos el porcentaje de ingresos adquirido por el 10% más pobre de la población iba del 2,28% al 2,76%.
El artículo concluía entonces que no había relación entre desigualdad y libertad económica. Más libertad económica no implica ni más ni menos desigualdad, son variables que no están correlacionadas.
Ahora en donde sí hubo diferencias entre los grupos fue en el ingreso medido en dólares que el 10% más pobre de la población recibe.
En los países con mayor intervencionismo el ingreso promedio del 10% más pobre de la población fue de USD 932 dólares, mientras que en el grupo de países más capitalistas éste fue de USD 10.556. O sea, diez veces más.
Al mirar estos datos, el economista Nicolás Cachanosky concluyó que:
El argumento de que las economías libres sufren de mayor desigualdad del ingreso es un mito construido sobre el error de observar unos pocos países y no la totalidad de la muestra. … La pregunta es, si usted sabe que va a ser pobre, ¿en qué tipo de país preferiría vivir, en unos de los libres o en uno de los no libres?
Conclusión
Para ir cerrando, la desigualdad económica, si está originada en las mismas reglas de juego para todos, no debería leerse como un problema a resolver.
De hecho, incluso tomando la idea de envidia que nos ofrece Roxana Kreimer, la desigualdad funciona como una motivación para que quienes están “abajo” se esfuercen por llegar “arriba”. Y en un marco de normas donde se respete la propiedad privada, esto solo puede ocurrir satisfaciendo en el mercado las necesidades de los demás.
Además, vimos que no hay un vínculo claro entre desigualdad y violencia, pero ese vínculo es todavía más pobre cuando se le quiere adjudicar la violencia al liberalismo económico.
Los países más libres del mundo tienen los mejores índices de desarrollo humano, y no acarrean mayor desigualdad que aquellos que son menos libres. Así que incluso cuando se quisiera afirmar que la violencia resulta de la desigualdad, de ahí no debería concluirse que hay que restringir la libertad económica.
Y tampoco debería concluirse que hay que tomar medidas de redistribución antes que mejorar las penas o el cumplimiento de las normas legales, pero ese es otro gran tema para debatir.
Comentarios
Gabriel Zanotti
Lunes 4 de enero de 2021 a las 10:59 pmMUY bueno !
Diego Alegret
Lunes 4 de enero de 2021 a las 11:44 pmExcelente Iván muy claro artículo. Muchas gracias!
Iván Carrino
Martes 5 de enero de 2021 a las 10:32 am¡Gracias Diego!