No suben las tasas: controlan precios
El viernes pasado, la nueva gestión del BCRA a cargo de Alejandro Vanoli tomó su primera medida: decidió que los bancos deberán pagar por los plazos fijos de menos de 350.000 pesos una tasa de interés que sea el 87% de lo que paga el Banco Central por las LEBAC. O sea, con la tasa de la LEBAC a 90 días en 26,3% anual, lo que deberán pagar todos los bancos será 22,86%, un aumento respecto del promedio que se venía pagando.
Frente a la medida muchos afirmaron que esta política era la continuación de lo hecho por Fábrega a comienzo de año: subir las tasas de interés para bajar la inflación. Sin embargo, el mecanismo es muy distinto.
El Banco Central de la República Argentina tiene un sistema particular para regular la cantidad de dinero del mercado. Uno de los instrumentos que utiliza son las letras llamadas Letras del Banco Central (LEBAC), que son deuda propia del banco.
Si el BCRA quiere absorber pesos, entonces emite estos títulos y se compromete a pagar una tasa de interés por ellos. La emisión y la tasa que se pague hacen que los bancos comerciales inviertan sus pesos en esas letras en lugar de destinarlos a otros proyectos productivos y de consumo. Si el BCRA sube las tasas que se compromete a pagar por esos títulos, entonces la tentación para comprarlos será mayor y la cantidad de pesos que se absorban, también. Al mismo tiempo, si el BCRA paga más por sus letras, entonces los bancos comerciales podrán pagarle más a aquellos que depositen su dinero en el banco, con lo que hay más ahorro y menos consumo. La consecuencia esperada de la medida es la caída en el nivel de inflación.
Esto fue lo que hizo el BCRA a principios de año cuando subió las tasas de las LEBAC desde el 18% al 30%.
La medida de Vanoli, sin embargo, no tiene nada que ver con las tasas de interés que pagan las LEBAC. De hecho, no tiene mucho que ver con lo que podría denominarse política monetaria. Lo que ha hecho el Banco Central en esta oportunidad es tomar una decisión en su calidad de supervisor del sistema financiero y, directamente, ordenarle a los bancos que suban la tasa de interés que les pagan a los ahorristas. Así, la tasa que el banco paga por un depósito a plazo fijo no se ve “empujada hacia arriba” porque el banco recibe un interés mayor a partir de sus colocaciones en LEBACs, sino que simplemente debe pagar más porque así lo determinó el BCRA.
La medida del BCRA, entonces, no es de política monetaria sino de directo control de precios. Es una medida similar a la de un gobierno que exige a un empresario pagarle más a sus proveedores, solo que aplicada al sistema bancario.
La consecuencia inmediata de este cambio es la caída de la rentabilidad de los bancos, una tendencia que se profundiza ya que el gobierno, además, considera que las tasas que estos cobran por los créditos que otorgan son excesivas.
Según las últimas novedades, el nuevo presidente del BCRA quiere que el sistema bancario argentino tenga mayor alcance y ofrezca mejores servicios a menores costos. Olvida Vanoli que esto no se consigue con más regulaciones, sino con estabilidad monetaria y reglas claras que promuevan la inversión y la competencia.
Publicado originalmente en Fortuna Web.